Ya estaba acostado en la cama, con la maleta preparada, ya estaba listo para descansar y mañana, lunes, de nuevo a la rutina de levantarme a las 7:30. Mis ojos se cerraban del sueño, y mi mente empezaba a dejar de hacerse preguntas estúpidas acerca de la vida. Todo mi cuerpo estaba relajado, a pocos segundos de caer atrapado en el sueño.
Fue entonces, cuando una voz me alertó en el silencio de la noche, se notaba grave y temblorosa. Un extraño olor empezó a cubrir la habitación, frío empezaba a apoderarse de mi cuerpo, fue en ese momento, cuando recordé que la ventana la dejé abierta. La cerré. Y volví a intentar reconciliar el sueño.
Pasada un par de horas, esa extraña voz volvió a apoderarse de mi cabeza, pude escuchar que me pedía ayuda con una tenue voz. Volví a encender la luz del dormitorio asustado. No había nadie. El terror se apoderaba de mis entrañas. Frío volvió a recorrer mi interior, haciendo que mi cuerpo temblara, sentía que me faltaba la respiración, intentaba pedir ayuda, pero me lo impedía. <Ayuda, ayuda, ayuda...>, era lo único que podía oír, me estaban volviendo loco. <Déjame salir de aquí...>, al escuchar tal frase, me quedé paralizado, y observaba con temor el antiguo armario de un caoba oscuro. Me levanté muy lentamente, y sucesivamente lo abrí bruscamente, y me sorprendí al ver que no había nadie... Fue entonces cuando un fuerte dolor me comía de dentro a fuera, y la voz volvió a alertarme <¡Sácame de aquí, maldito hijo de perra!>, me sobresalté de tal susto, y caí sobre mi cama de espaldas.
En ese mismo instante, algo salía dentro de mí. Y un olor vomitivo comenzó a llenar mi olfato, entonces fue ahí cuando me di cuenta que eran mis heces las que me pedían ayuda para salir, en todo momento resultaba que me estaba cagando.
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