Saludos engendros malparidos, feliz 2019 y todas esas mierdas que se dicen.

Al observarme en el espejo luego de
zampar como un puto cerdo durante estas dos
grasientas semanas de Navidad, me he dado cuenta de que estoy
preñado de siete meses mínimo. Y ahora llega el increíble momento que todos estábamos esperando: hacer la
dieta para estar todo este año con un
cuerpín de Barbie (véase LAS BARBIES ESTÁN POTENTORRAS para más información). Pues para ponerse
buenorro, en realidad
ni dietas,
ni deportes, y
ni mierdas, la verdadera solución es
no comer y
tener buena genética, las cosas como son. Quién es
foca moríra
ballena. Pues eso, volviendo a lo de "
no comer", me vino la grandiosa idea de hacer una crítica sobre la
mediocre Los Juegos del Hambre, pero decidí hablaros de la
fantástica y
divertidísima Los Muertos del Hambre, cuyo título define a muchas personas cuando están deseando llevarse una
pata de jamón a la boca, pero solo tiene a mano un
yogurt natural o
tres cereales de los que se te olvidan que existen guardados en el más profundo espacio de la despensa desde el Paleolítico, y entonces te es imposible no gritar por la ventana la frase: "
¡Me cago en los muertos del hambre!", pues de ahí viene el
estratégico título de esta
obra maestra.