—"Todo estaba lleno de sangre, los muebles estaban destrozados, mi camiseta estaba rajada, los cuerpos de mis padres yacían en el salón con diversas puñaladas en el pecho, estaba llorando desesperadamente tras el siniestro suceso, Yako ladraba desde el patio, y al rato, los alrededores de la casa se llenaron de vecinos curiosos para enterarse de lo que nos había ocurrido esa misma noche. A la hora, entraron unos policías en mi casa, y me encontraron escondido en el armario de mi cuarto con diversos cortes en brazos y piernas, llorando junto a mi amigo Jerry, el osito que desde siempre me había acompañado. Nadie sabía dónde se encontraba el asesino.
El día siguiente era mi decimocuarto cumpleaños, y tras la tristeza que me invadía por la pérdida de mi familia, decidí faltar al instituto y pasarlo en mi casa, junto a mi perrito Yako, y mi amigo el osito, los cuales me acompañaban en mis peores y mejores momentos. Por sorpresa, mis amigos Alan y Elizabeth, vinieron después de clases a mi casa. Ambos me tranquilizaron por lo ocurrido con una tremenda tristeza. Me avisaron que delante de mi casa, había varias cámaras de televisión para entrevistarme, ya que era el único sobreviviente de la masacre, pero me veía incapaz de salir afuera y hablarlo, pero tuve que hacerlo para que se marcharan. Les comenté <solo recuerdo esconderme en el armario, mientras escuchaba fuertes ruidos en el resto de la casa>, me preguntaron por el asesino, y solo pude responder <no le vi el rostro, pero pude observar que es una persona alta y fuerte, y al rato, cuando se dejaron de escuchar ruidos, salí del cuarto, pero el asesino ya había huido de casa>. Un vecino se acercó, y comentó haber visto un chevrolet azul, yendo dirección al norte, justo después del escándalo. Gracias a él, los periodistas se pusieron a interrogarlo, mientras que yo volví a mi casa con mis amigos.
Al paso del tiempo, con diecisiete años, tuve mi primera pareja, era una joven de mi misma edad, morena y esbelta. Estábamos muy enamorados. Con ella perdí mi virginidad, y tras tres años de relación, conseguimos tener lo que queríamos, una casa de dos plantas, un perro, que aún era mi Yako, y un patio con una enorme piscina, nuestro próximo objetivo, era tener un hijo y casarnos dentro de poco. Un día que estábamos acostados, por la madrugada, pude escuchar unos pasos en la planta de abajo. Decidí bajar, pero antes comprobé que mi querida Bella seguía durmiendo. Bajé las escaleras con un palo de béisbol que tenía en el armario, por si acaso. Miré en la cocina, no había nada, ni en el salón, y ni en el cuarto de baño. Al ver que no había nadie, decidí volver al dormitorio. Mi futura esposa yacía con una profunda raja en el cuello, sus tripas esparcidas por la cama y la pared estaba llena de sangre, al igual que el suelo. Junto a ella había un cuchillo. La ventana estaba abierta, por lo tanto, de nuevo el asesino escapó. Eso solo me dio a entender una cosa: el asesino es alguien que se quiere vengar de mí, y la forma más dolorosa de hacerme sufrir, es matar a todos mis seres queridos. Tras un extenso rato llorando sobre el cadáver de mi pareja, pude observar que el asesino había dejado algo sobre el suelo, delante de la ventana, supuse que se le habría caído al escapar. Era un trozo de papel, el cual tenía inscrito un número de teléfono. No dudé en llevarlo a la policía para que pudieran encontrar cual era su origen. Pero no había forma de descubrirlo, ya que ese número no existía.
Estaba extremadamente asustado, no quería que las personas se me acercaran a mí, ya que tendrían la misma suerte que los otros.
Fui a dar un paseo para tranquilizarme por la muerte de Bella, y por el camino me encontré con Alan y Elizabeth, ambos me dieron el pésame y no dudaron en abrazarme. Me comentaron que leyeron en los periódicos, que descubrieron al presunto asesino, estaba en una ciudad de al lado, no dudamos en coger un autobús e irnos para allá, en busca de él. Y entonces fue cuando vosotros me llamasteis para que viniera a comisaría urgentemente."
—Bien... Hemos encontrado unas cintas en tu desván, déjeme que te muestre las grabaciones.
En ese instante, estaba extrañado, no sabía nada de lo que me estaba hablando, ¿grabaciones? ¿Qué tipo de grabaciones? El policía puso una cinta en una pequeña pantalla. Se podía ver, yo grabando a mis padres en un almuerzo familiar en un descampado, junto a muchos invitados, se me veía muy feliz preguntándole cosas estúpidas a todos los que estaban allí. En un momento se puede ver una tarta de cumpleaños en la mesa, yo la grabé, y se podía leer <Feliz Cumpleaños Robbie>, arriba tenía una vela con el número nueve, exacto, era mi noveno año en la faz de la tierra. Al terminar, seguido de ese, había otro vídeo, y en este se podía ver que estaba en mi dormitorio jugando con mi osito Jerry, a la vez que decía frases como <¡No toques a Jerry! Elizabeth, dile algo a tu hermano Alan>, los vellos se me erizaron, porque allí, junto a mí, no estaban ni Elizabeth, y ni Alan... En ese instante, se acabó la grabación. Y empezó un nuevo vídeo, se podía observar el salón de mi antigua casa. Mis padres huían de alguien, y se quedaron atrapados allí. Mi padre con valentía sujetaba un cuchillo apuntando hacia el asesino. Pero en ese momento, se abalanzó sobre mi madre puñal en mano, clavándoselo diversas veces en el pecho, dejándola rendida en el sofá. Mi padre intentaba ayudarla, dándole leves cuchillazos al asesino en el brazo, y lo empujó haciendo que cayera en una mesa de cristal, clavándose todos los cristales por el cuerpo. Pero con una fuerza sobrehumana, consiguió levantarse, y lo apuñaló en la pierna, y a continuación en el pecho, al igual que a mi madre. En ese momento, el asesino cogió los teléfonos móviles de mis padres, y los rompió para que no pudieran contactar con ellos. El causante de todo eso, tambaleándose como podía, se acercó a la cámara para apagarla, resultaba que era yo. El corazón se me quedó paralizado.
—¿Qué broma se supone que es esta?—le pregunté asustado.
—Rob, el de la grabación eres tú. Tú fuiste el asesino de tus padres—me dijo el policía.
—Esto es imposible... Yo estaba escondido en el armario...
—La cámara no muestra eso. Al igual que con esta otra grabación.
Encendió la pantalla, y se observaba el dormitorio de mi nueva casa. Se podía ver a Bella atada de brazos y piernas en la cama. Mientras que yo, con un cuchillo, empecé a apuñalarle la barriga, y sucesivamente, le corté el cuello... Y nuevamente, aparezco yo acercándome a la cámara y apagándola.
—Estuvimos investigando sobre tu vida diaria, y me han comentado que te han visto por la calle hablando sólo, entre otras cosas. Descubrimos la identidad de la joven, no se llamaba Bella, su nombre real era Charlotte Johnson, de dieciséis años. Ese mismo día, sus padres denunciaron su desaparición, y a los días, apareció muerta en tu cama. Y las grabaciones demuestran que fuiste tú de nuevo el asesino.
—¿Pero cómo va a ser eso verdad?—preguntaba con lágrimas en el rostro.
—También tengo que comunicarte, que en tus papeles médicos, afirman que sufres de amnesia y de esquizofrenia desde pequeño, y como no has estado tomando medicamentos para prevenir esto, pues te ha estado afectando más, hasta llegar a la situación de tener dos amigos que te ayudan.
—¿Te refieres a Alan y Elizabeth?—pregunté llorando de los nervios.
—Sí, esos amigos tuyos, no existen, son fruto de tu imaginación.
—¿Y eso cómo lo sabes?
—Pues porque llevamos unos días observándote y vimos que hablabas sólo por la calle, y a veces le "dejabas pasar" a gente a tu casa, abriendo la puerta, y sucesivamente cerrándola. Y creemos que este trastorno se debe a dificultades que tuviste que soportar en tu infancia, como por ejemplo, tras la muerte de tu hermano, viste con tus propios ojos como un hombre lo mataba en medio de la calle.
—¿Qué? No recuerdo tener hermanos...
—No lo recuerdas, pero lo tuviste. Y por cierto, si en verdad no te acordabas de nada, ¿todo lo que me contaste antes era verdad?
—No.
—¿Por qué te lo inventaste?
Tras un largo silencio, solo pude responder:
—Solo quiero ser como los demás.
—Pues siento comunicarle, por la seguridad de todos y la tuya, debes estar encarcelado el tiempo que mande el juez. Eres un peligro para los ciudadanos.
—No puedo evitarlo, es mi naturaleza—dije cabizbajo aún con lágrimas que fluían de mis oscuros ojos.
Entonces algo dentro de mí me ordenó a estrangularlo con las esposas, pero sus gritos alertaron al resto. Sus ojos se cerraron, pero no dudé en retorcerle el cuello, haciendo que el fuerte crujido se introdujera en mi cabeza; una vez empezado el trabajo, debe quedar acabado. Pero unos guardias me sujetaron por la espalda y me introdujeron dentro de esos fríos barrotes.
Y desde entonces, estoy encerrado en este húmedo y maloliente lugar, sólo, sin nadie... Acaban de comunicarme acerca de ejecutarme, espero que pronto pueda volver a ver a mis padres y me den mi merecido, pero aún así no me arrepiento de lo que he hecho.
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